miércoles, mayo 04, 2011

El arte de hacer música en nuestros tiempos

Es un hecho que gracias al continuo desarrollo de la música se aprecien cada vez más nuevos géneros. Sin embargo, la tendencia a dejar de lado el arte y llevarlo al puro marketing ha abierto una grieta entre la música y su fin: expresar una idea/sentimiento.

Puede que sea un punto de vista muy subjetivo, pero en la actualidad estamos invadidos de artistas y bandas que son parte del consumismo, víctimas de la mercadotecnia que dejan de lado su deseo por comunicar algo al mundo envuelto en melodías.

“Pobre Duende”, del grupo argentino Babasónicos, expresa una contundente crítica basada en la analogía de un cisne (las nuevas tendencias musicales) y el duende (rock, vieja escuela) y de cómo la primera ha "devorado" a la segunda.
Para los adeptos del rock n' roll es penoso que estas nuevas tendencias musicales de corte mercantil sea lo que impere en la actualidad, ya que como todo avance, se espera que sea mejor o mantenga las cualidades y estándares excepcionales de su predecesor.

Sin embargo, esto no se presenta de esta manera, ya que los ideales, el pensamiento, los puntos de vista y el sentimiento que se transmitían en antaño se han desvanecido de a poco con el paso del tiempo y tristemente sólo nos quedamos con el recuerdo vago de las leyendas que una vez mostraron a la humanidad por qué la música es el arte popular más importante del mundo.

“Pobre duende”, de Babasónicos, nos muestra la realidad personificada en un cisne tranquilo, hermoso como lo ficticio y blanco como la pureza, pero no más que eso... quizás una figura efímera de las apariencias en las cuales está sumida la sociedad conformista, envuelta en las apariencias como un rostro maquillado que esconde las imperfecciones de la piel. Mientras que el duende, ese ser mitológico, travieso, inquieto, acechador que mira con desdén esta realidad quiere transformarla, pero se ve abatido por aquellos que conforman el presente y lo desechan al triste pasado, donde una vez fue aclamado.

La música no tendría por qué ser un símbolo de marketing extremista. Si bien es cierto es un negocio como muchos, debe guardar en sí su esencia artística, porque, aunque popular, es un arte que sirve para manifestar nuestra subjetividad, siendo esta la vía más preferida por los humanos para expresarnos libremente y sin ataduras.

Tal vez a esta época le falte un poco de aquellos inconformistas de la vieja escuela, esos quienes a pesar de ser callados a tiros se pronunciaban tal cual. Aquellos que con inspiradas líricas honestas dejaron un legado imborrable para la historia de la música, quizá en estos tiempos nos falten los "agitadores de un medio conservador".

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